viernes, 9 de febrero de 2018

LA FALACIA NATURALISTA

 APUNTES DE FILOSOFÍA (1) 



LA FALACIA NATURALISTA


             Hume es conocido, entre otras cosas, por haber descubierto la falacia naturalista. Una falacia es un error en el razonamiento: la falacia naturalista consiste en confundir el ser con el deber. A veces hacemos afirmaciones sobre cómo son las cosas y de repente, sin apenas darnos cuenta, acabamos diciendo cómo tienen que ser; esto se puede entender de varias maneras.
            Primero: empiezo diciendo que un perro es un animal carnívoro y acabo diciendo que lo que tiene que hacer un perro es comer carne; porque siempre ha sido así y he deducido que siempre tiene que seguir siéndolo, y si un día lo veo comer hierba me empeñaré en quitársela y lo obligaré a comer carne, que es lo suyo.
            Segundo ejemplo: las mujeres siempre se han ocupado de las labores del hogar, y si alguna se empeña en trabajar fuera de casa yo estoy en mi derecho de prohibírselo; una mujer está para ser mujer de su casa, no para estar en oficinas y fábricas y dejar el hogar desatendido.
            Tercer ejemplo: La balada de Narayama es una película de Shohei Imamura. En ella se ve cómo, en una aldea japonesa, a la gente se le caen los dientes cuando se hace vieja, más o menos en torno a los sesenta años. Hay una mujer que, llegada a esa edad, todavía conserva sus dientes en perfecto estado; pero su deber es quedarse desdentada porque siempre ha sido así, y así tiene que seguir siendo para siempre; entonces la mujer, para no ser rechazada, se rompe los dientes contra una piedra; es la única forma que tiene de seguir siendo aceptada dentro de la aldea.
            Cuarto ejemplo: el agua hierve a cien grados. He calentado un litro de agua y he observado que a esa temperatura no ha arrancado a hervir; entonces pienso que hay un error en algún sitio, repito numerosas veces la experiencia y varío las circunstancias para que el agua se comporte como debe comportarse.
            En el primer y último ejemplo vemos que si la naturaleza es de una manera, no puede ser de otra; un perro debe comer carne o de lo contrario no es un perro; el agua debe hervir a cien grados o de lo contrario, o no es agua, o hay algún error en alguna parte. Este deber comportarse como esperamos que se comporten las cosas es una necesidad física, no una necesidad moral; los perros deben comer carne porque ésa es su naturaleza, no porque sea su obligación; y como la naturaleza no puede violarse nunca porque nunca admite excepciones, es imposible que podamos ver tragar hierba a ningún perro; de hecho descubriremos algún día que el perro no traga hierba para alimentarse, sino para purgarse.
            Lo mismo pasa con la ebullición. Hemos observado que el agua siempre ha hervido a cien grados, pero después hemos descubierto que la relación entre la temperatura, la presión y el volumen debe mantenerse constante: de modo que si comprimimos el agua por encima de la presión atmosférica disminuirá el volumen o aumentará la temperatura. Si calentamos agua en una cumbre montañosa a dos mil metros de altitud disminuirá la presión atmosférica, y por lo tanto deberá bajar también la temperatura de ebullición: eso es lo que sucede. La observación espontánea debe ser completada con la ley de los gases perfectos.
            Pero el segundo y tercer ejemplos no enuncian leyes de la naturaleza: si las mujeres se han ocupado hasta ahora del hogar no es porque hayan nacido para ello, sino porque nos hemos acostumbrado a ello y muy bien podremos, si queremos, empezar a cambiar de costumbre; de modo que si yo pienso en una mujer no estoy pensando necesariamente en un ama de casa, porque ésa no es su naturaleza; como tampoco está en la naturaleza del hombre trabajar fuera de casa no más que trabajar en ella; que una mujer haya sido hasta ahora ama de casa no quiere decir que tenga que serlo siempre, y a esa confusión del ser con el deber moral es a lo que llama Hume falacia naturalista. El deber corresponde aquí a un “ought”.
            Lo mismo pasa con los dientes de los viejos: la naturaleza que hace que se les caiga no los condena a rompérselos si a alguno, llegado a los sesenta, no se le han caído.
            Ése es el gran descubrimiento de Hume. La falacia naturalista nos avisa de que no debemos confundir todo lo que pasa con fenómenos naturales, porque hay fenómenos sociales que nada tienen que ver con la naturaleza: muchas veces se repiten situaciones de opresión que, no por haber sido siempre así, van siempre a tener que serlo; denunciarlas como ejemplos de falacia naturalista es el primer paso para salir de la opresión; y liberarse las mujeres del peso que las oprime; y los viejos.

 


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